martes, 5 de febrero de 2013

Soñadores encerrados en no-personas.

A veces me pregunto qué ha pasado con el mundo, qué ha pasado con las personas, si en vez de hacia adelante vamos hacia atrás.
En la actualidad nos maravillamos ante las obras de genios de la antigüedad, célebres músicos, inventores, librepensadores, pintores, filósofos, artistas, soñadores.
Personas que persiguieron sus sueños sin mirar a los demás, teniendo en cuenta tan sólo sus capacidades y su pensamiento crítico, artístico o científico. Ellos nos enseñaron el valor de las ideas, del trabajo y de la confianza en uno mismo.
Hoy ya nadie quiere a gente así, se mofan de sus habilidades o del destino de su futuro, no valoran 
la capacidad y la habilidad innata que hay dentro de cada uno de ellos, y que quiere explotar, salir por los aires, ser obra, magnificarse y hacerse tangible a través de sus dedos tocando un instrumento, a través de sus manos acariciando un lienzo, a través de un simple y banal papel, siendo la cuna de un invento.
Esta sociedad deshecha cualquier atisbo de luz en nuestras mentes, cualquier chispa de genialidad que aflore en nuestro subconsciente, y por ello, dejamos de ser las personas con pasiones que siempre hemos sido, intentamos atarlas, ponerles cerradura y tirar la llave.
Una pasión no se saca a pasear, es ella la que nos dice cuándo sale, y si va vestida de inspiración o no, ya que para un servidor, una gran obra se compone de pasión vestida de inspiración.
Una pasión hay que desatarla, hacer que vuele, que se haga fuerte, alimentarla y rodearla de todo el cariño que uno pueda, ya que cualquier momento de felicidad por ella será mil veces mejor que cualquier momento, pero una caída desde lo más alto siempre será más dura que cualquier otra caída.

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